Este año cumplí mi primera década sin ver televisión.
Fue una decisión que tomé después de que me asignaran en una clase de Teoría Política en la universidad analizar la obra de Giovanni Sartori llamada “HomoVidens” La Sociedad Teledirigida. Ya me consideraba librepensadora entonces y
cuando me puse los lentes de este notable científico político y pude ver con
sus ojos decidí que ésta mente ya no sería más manipulada por la televisión.
Ya sé que suena muy drástico, y no estoy aquí para
señalar al 99.99% de la población que cuenta con uno de éstos aparatos en su
habitación, en sus cocinas o que incluso ha adaptado una habitación en su hogar
especial para esta deidad de control masivo. Si formas parte de este
conglomerado no te vayas todavía. Es
más, me gusta ver buenas películas así como algunas series de Netflix y Youtube
que son nuevas versiones de televisión que no me caen tan mal, aunque como todo
en la vida con su respectiva moderación.
No me quiero poner muy estadística, y como este blog
es leído en muchas partes del mundo tampoco
quiero hablar solo de México o de Estados Unidos pero en promedio en estos dos
países en los que he vivido se dice que la persona promedio ve alrededor de
cuatro horas de televisión al día. Simple, estamos hablando de más de diez años
de la vida de estas personas frente a la “caja”.
Los mexicanos hasta tenemos una expresión que alude a
las familias numerosas afirmando que seguramente “no tienen televisión” como
diciendo, no tienen “vida” y por ello segurito pasan su tiempo creando árboles
genealógicos. Pero por más estudios que se han hecho al respecto, ninguno
apunta a que la experiencia del consumidor de televisión sea de felicidad o
alegría lo que sí reportan son niveles leves de estrés.
Algunos me
podrán alegar que hay programas valiosos, que te dejan algo y no dudo que así sea,
el problema es que cuando hablan de contenido “valioso” muchas veces a lo que
se están refiriendo es a las noticias.
Es más, yo misma he estado en ésta postura en algún punto
de mi vida y aunque confieso que todavía me permito consumir noticias soy mucho
más cuidadosa de a qué fuentes recurro.
A quién sí vengo a exponer aquí (aclaro no atacar) es
a los medios oficiales de comunicación que ustedes no me dejarán mentir son un
proyector de frecuencia negativa que está controlado, que manipula y está
diseñado para mantenerte escuchando, hablando y sintiendo una falta de
consciencia y un cinismo.
Pensarás, ¡ay no! Teorías de conspiración… Y pido una
disculpa de antemano a mis compatriotas por usarlos de ejemplo otra vez aquí,
pero ¿quién ha resistido la tentación de hacer un chiste negativo sobre nuestro
Presidente? Y asómense a las cuentas de Facebook de algunos de nuestros “líderes
periodistas” Carmen Aristegui (en la lista de las mujeres más poderosas de
México) y Pedro Ferriz y otros noticieros y periódicos nacionales hacer
referencia a los memes de la Presidencia.
A lo que quiero llegar es que hay formas de que puedas
enterarte de lo que pasa en el mundo de fuentes más confiables a los que puedas
recurrir sin que influyan en ti como hacen los medios oficiales y que reflejen
el mundo real no el mundo de los medios oficiales masivos. En internet hay
alternativas de periodismo y medios que te ofrecen información independiente, pero
lo más importante al final del día es QUE USES TU CRITERIO Y DISCERNIMIENTO
PROPIOS al consumir información.
La televisión no está diseñada (con contadas
excepciones) para el pensamiento profundo y la capacidad de evaluar la
información que consumes sino para mantenerte en un estado de “pendejez”.
Esto es lo que puedes hacer: Lee más libros e
información real en línea; busca el material que estimule al pensamiento. Con
muchísima emoción y nervios te presento ésta película, te prometo que no te tomará
cuatro horas verla sino dos y media. Si en ella no encuentras motivos suficientes
para transformar tu vida contáctame aquí y yo misma cubriré el costo de tu
nuevo televisor.
Karina Carlos
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