Estás viendo las
noticias y escuchas sobre un incidente que te molesta intensamente. Sin darte
cuenta, has alimentado a una cortina de fuego de disgusto y crítica. En un
instante de pronto estás molesto con lo que sea que se te cruce en el camino,
golpeando el descansa brazos en coraje y poniendo apodos a cualquiera que
remotamente esté asociado con tu objeto de furia. Por algo es que las
conversaciones que ocurren cuando estás molesto raramente terminan en una
solución.
El enojo no puede ser
llamado una emoción leve. Incluso la agresión pasiva consume nuestra energía
mental y nos consume desde adentro. Nuestra acción biológica tiene a atacar.
Culpando a los demás,
criticando al perpetrador, buscando
represalias o venganzas es la forma en la que ventilamos nuestro enojo.
Pero hay estudios que
demuestran que ventilar no sólo nos enoja más, sino que también nos vuelve
agresivos hacia personas inocentes. Seguimos alimentando la ira con
pensamientos y comportamientos de enojo lastimando a nuestra habilidad de
mantenernos en perspectiva y ver la fotografía completa. ¿Es permanecer en
silencio incluso cuando estamos molestos por algo que nos toca profundamente la
única opción que tenemos?
Al parecer hay una
tercera forma- una en la que podemos emplear la energía de la emoción y usarla
para un mejor propósito. El enojo, es después de todo, una emoción social,
parte de las emociones de “acercamiento” propias del córtex pre-frontal
izquierdo- por lo que el enojo ha sido con frecuencia un poderoso catalizador
de cambio social.
Si tú también quieres
usar tu enojo para hacer tu diferencia, aquí están los cuatro pasos que te
guiarán:
Escucha la historia
Nuestras
mentes son contadoras de historias, y los líderes y organizaciones nos están
contando historias constantemente para conducir nuestras opiniones y acciones.
Sin embargo, las historias no tienen que ser ciertas o de ayuda para que
nosotros las creamos. En estos días, muchas historias políticas se basan con
frecuencia en el miedo, con la intención de causar abrumo emocional,
pensamiento distorsionado y comportamientos impulsivos. Sin embargo, no es
necesario que seamos los indefensos destinatarios de éstas historias. Podemos preguntarnos
a nosotros mismos ¿la historia de quién es la que reproduzco en mi cabeza?
Podemos reflexionar sobre sus efectos en nuestro cuerpo y comportamiento. Nos
podemos preguntar si la historia se basa en miedo que gatilla enojo y ansiedad.
O si se trata de una historia que nos abre con compasión hacia la humanidad y
nos eleva aunque sea un poco.
Cambia el objeto de tu atención
Si reconoces que tu estómago se tensa,
tu corazón se acelera, tu boca se seca, es tiempo de cambiar tu enfoque del
daño que el perpetrador ha hecho hacia las víctimas que sufrieron por ello. En
su libro Originales el profesor Adam
Grant muestra que cambiar la atención de nuestro objeto de enojo puede permitir
que se mantenga la emoción a la vez que nos habilita a reconocer otras formas
de responder. Piensa en cómo Marthin Luther King, Jr. Peleó por los derechos
civiles usando métodos pacíficos. O como el escritor Elie Wiesel usó el poder
de su bolígrafo para recordarnos sobre nuestro deber hacia los oprimidos.
¿Por qué te enoja?
Ahora
que has cambiado el enfoque hacia aquellos que merecen tu compasión, debes
convertir esto en una causa sobre la cual no te detendrás. Esto es importante porque
muchos de nosotros nos sentimos enojados en el momento, sólo para volver a
nuestros asuntos diarios una vez que el enojo haya salido de curso. Podemos
conectar a ésta causa y usarlo no sólo para cambiar las vidas de los oprimidos,
victimizados o indefensos, pero también para encontrar sentido en nuestras
vidas. Identificar los valores detrás de nuestra postura es la mejor forma de
hacerlo. Pregúntate si es tu sentido de justicia lo que te conduce a tu visión
por un mundo mejor. Reflexiona sobre si es tu fortaleza de coraje es el
combustible para tu pasión, o tu inherente bondad y compasión.
¿Qué harás al respecto?
Ahora
que te sientes emocionalmente involucrado haz la diferencia. Es tiempo de usar
las funciones de planeación y ejecución del córtex-prefrontal izquierdo. Ésta
forma de enfocarse en el problema permite integrar la bilateralidad entre los
hemisferios derecho e izquierdo del cerebro quitando la energía de la emoción y
pasándola por el embudo de procesos cognitivos que “refrescan” y que son de
regulación emocional, resolución de problemas y razonamiento. Es este paso
final lo que gatilla a la acción y trae consigo el cambio deseado.
Por ejemplo, si estás
enojado por las políticas de tu gobierno, puede que pienses en la gente que
está padeciendo el embate, conéctate con tu propio sentido de lo justo y piensa
en qué podrías hacer para que ellos vivan la justicia. Si estás molesto por la
discriminación que ves a tu alrededor, puede que quieras pensar en los grupos no
privilegiados que apoyas, conéctate con tu voz de coraje y piensa en lo que
puedes hacer para ayudarlos a encontrar su propia paz.
Elie Wiesel dijo una
vez: “Nuestras vidas ya no nos pertenecen solo a nosotros; les pertenece a
todos los que nos necesitan desesperadamente”. Sin importar tu fuente de enojo, encuentra la
causa que enfatiza y después ve a hacer algo al respecto.
Artículo traducido por Karina Carlos
Hola Karina, como siempre es un placer degustar tu escritura. Me gustaría dejarte mi humilde opinión del artículo.
ResponderBorrarPara empezar, es importante entender que el enojo o irá es una energía, como tal debemos focalizarla y expresarla de otra manera. Es un sentimiento humano, como cualquier otro, no se trata de borrar el sentimiento como tal, porque al igual que la tristeza, o la felicidad, se presenta en diferentes momentos y etapas de nuestra vida. De lo que se trata es de elegir la forma como reaccionamos ante lo que nos produce la ira, el enojo o la cólera. Todas las personas nos enojamos en un momento determinado y por diferentes cosas, el problema no está en sentir rabia o enojarnos sino en la forma como la canalizamos y la expresamos. Por ejemplo, todos podemos sentir tristeza en algún momento o por alguna circunstancia en la vida, pero no por ello implica que nos vamos a deprimir, o que todos los que están tristes son depresivos. En este caso, es solo la actitud de la persona frente al hecho en concreto, de igual manera, lo que me produce el enojo, no me tiene que llevar a la ira explosiva y ciega o al descontrol. Controlarla es el objetivo, aunque parezca misión imposible, por que la idea es que podamos llegar a controlar nuestros sentimientos y no que ellos nos controlen a nosotros. Por lo que debemos Analizar la situación y ver que es lo que se esconde detrás del enojo. Debido a que el enojo es un gasto muy grande de energía y adrenalina, que muchas veces es incluso injustificado. Lo que nos lleva a ello, es que nos es muy difícil ponernos y asumir el lugar del otro. Cada quien ve el mundo desde su propia perspectiva, y lo juzga desde allí, dicho de otra manera cada quien ve con sus propias gafas, pero las gafas del otro pueden muy bien,ser distintas a las tuyas. El enojo, puede presentarse, como una necesidad de recibir atención, respeto, posición y hasta ciertos beneficios. Pero aunque inicialmente se reciban como respuesta a la explosión de ira, lo único que va quedando después de cada explosión de estas, es el resentimiento, el cierre de la comunicación, y la frustración de ambas partes. Muchas veces el enojo, puede ser consecuencia de sentirnos mal internamente, o de situaciones que poco a poco nos van llevando hasta el extremo y entonces perdemos el control.
Gracias por complementar la entrada con este comentario que invita a la reflexión Javier, :) un abrazo!
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