Recientemente
platicaba con uno de mis mejore amigos cuya identidad mantendré secreta (sí,
otra vez tú, ¿qué hago? te pones de modito ;)… Había tenido unos días muy pesados
en el trabajo debido a una excesiva
carga de trabajo y a que la organización donde trabaja da preferencia a las
mujeres para los puestos más altos pese a que él es un empleado sobresaliente (¡Sí,
eso comienza a verse cada vez más!)… Y cosa rara en él, había tenido unos días
en los que estaba algo fatalista, a todos nos llegan días así…
Me
compartía un poco de mejor ánimo que la mala racha ya había pasado, que había
logrado alcanzar un estado mental con el que podía tolerar sus circunstancias
en lo que encontraba un mejor puesto, quizá en otro lado. Que otra vez estaba
feliz e incluso “picado” en su trabajo porque al parecer estaban fluyendo un
poco mejor las cosas.
Le pregunté
un poco dudosa si había hecho algo en especial para cambiar su estado de ánimo a
sabiendas de que cuando del trabajo se trata suele decir cosas para “lavarse el
coco” a él mismo y me dijo: “Sí, el lunes y martes es cuando planeo mi semana
por eso me cuestan más esos días, pero ahora me propuse que ya no voy a dejar
que la situación me afecte”.
Cabe
destacar que el trabajo es de las áreas más importantes de su vida, y cuando habla
sobre eso, lo hace con mucha pasión.
Entonces
tuve la inocente idea de sugerirle una
técnica de coaching para ayudarlo a condicionar a su mente a entrar voluntariamente
a estados mentales deseados o incluso a lograr cierto resultado en su desempeño
diario. Esto con el fin de que estuviera mejor armado cuando los días “malos”
aparecieran.
Entonces le
dije: — “Camino al trabajo, quiero que pienses en el
resultado que te gustaría obtener de tu día...Si lo puedes describir en tres
palabras mejor”… Cuando me interrumpe diciendo: — “No, no puedo hacer eso, conmigo eso no funciona… Si yo pienso en el
resultado mi mente se vuelve en contra mía y me saboteo a mí mismo… A mí me
funciona más relajarme y no tener expectativas del día…Yo funciono y pienso a
largo plazo… Además mi enfoque está en buscar trabajo y eso me da la certeza de
que estoy haciendo algo para solucionar las cosas.
Y cada vez
que intentaba explicarle más sobre la técnica me interrumpía con sus propias interpretaciones
acerca de cómo funcionaba su mente.
Y es que esto
es más común de lo que creemos, lo hacemos siempre… Me refiero a que
confundimos en nuestras vidas a los hechos con nuestras propias
interpretaciones de las cosas lo que impide que se abran caminos para alcanzar
nuestros objetivos.
¿Qué es un
hecho?
Es algo que
sucede. Por ejemplo: Mi amigo repite afirmaciones (le cuenta a otras personas cosas
que él quiere creer, en sus propias palabras, se “lava el cerebro”) lo que eventualmente
cambia su estado de ánimo y esto a final de cuentas equivale a esperar y
obtener un resultado.
¿Qué es una
interpretación?
Es lo que
puede decirse sobre ese efecto que puede ser leída o interpretada de muchas
formas, según las diferentes personas que observan ese tipo de condicionamiento
mental. La interpretación es la versión personal que cada uno da sobre un mismo
hecho. Es el reino de la suposición personal.
Volviendo
al ejemplo, mi amigo dice que para él, el
hecho de proponerse esperar un resultado hace que él mismo se saboteé y
no lo consiga. —“Eso conmigo no funciona”.
El ejemplo
es muy claro, casi obvio.
Cuando se
confunde una interpretación personal con
un hecho, nos quitamos posibilidades de tomar un camino apropiado hacia el objetivo
deseado. En este caso mi amigo ya utilizaba una técnica de condicionamiento
mental, la repetición de afirmaciones tiene el efecto de hipnotizarnos hasta
que creemos aquello en lo que nos enfocamos. Al final de cuentas él lo que
deseaba era evitar que su situación laboral afectara su estado de ánimo, claramente
un resultado deseado. Mi propuesta invitaba a que utilizara ese principio de
forma más sistemática entrando instantáneamente en el estado mental deseado, en
lugar de dejar que esto ocurriera lentamente y pasando días de “malas”.
Cuánto más
implicada esté nuestra emocionalidad es mucho más difícil hacer esa distinción.
Mi amigo ni siquiera me dio oportunidad de explicar el razonamiento detrás de
la técnica que traté de compartir con él lo que en el fondo consistía en el
mismo principio que ya le había funcionado, yo opté por desistirme de mi
sugerencia porque sé que el tema del trabajo mueve muchas emociones en él. (Si
lo estás leyendo, sé que con la cabeza más fría esto te hará sentido).
De ejemplos
como estos, están plagados los discursos de las personas. Vivimos en un mundo
interpretativo por el solo hecho de ser humanos. No podemos abordar lo “real”
de forma directa porque la única forma de acceder a la realidad es mediante la
interpretación. Pero hay interpretaciones que hacemos que nos dificultan
seriamente la vida y otras que la posibilitan.
En este
ejemplo, la alternativa interpretativa podría haber sido la siguiente: “Cuando
en mi vida personal persigo resultados, tiendo a sabotearme; veré si lo que
Karina me propone se basa en lo que ya me ha funcionado en el pasado”
Ésta
interpretación haría que mi amigo abriera a esa posibilidad y de tener éxito,
condicionar a su mente prácticamente brindándole contra las emociones negativas que pueden desencadenarse por su situación laboral.
Usar
herramientas de coaching con amigos no siempre da resultados por la relación de
confianza que existe en la que se pueden “descartar” cosas porque nos ven como
amigos, no como profesionales. Sin embargo, en un proceso de coaching exitoso
lo ideal es que el coachee incorpore la “buena costumbre” de saber distinguir
entre hechos e interpretaciones. Es el comienzo del proceso que conlleva al
éxito o al fracaso, según elijamos abrir o cerrar la puerta de la posibilidad.
Karina
Carlos
Estratega
de Vida
www.karinacarlos.com
Como de costumbre karina, muy enriquecedora tus conceptos.
ResponderBorrarSaludos y un Abrazo.