Con
frecuencia me desconcierto a mí mismo concibiendo la idea de dormirme y nunca
más despertar estar ausente por siempre y para siempre. Uno puede darse una
idea de lo que esto es si pensamos en el intervalo que existe entre dormirnos y
despertar. Ese espacio de nada. Y si no hubiera un final a esa nada y el
despertar nunca llegara. Ese es el pensamiento curioso que en mi mente entretengo.
Y aunque es
un pensamiento un poco lúgubre, creo que es el pensamiento más creativo que he
tenido y sigo recurriendo a él. ¿Sabes? Se alinea con las preguntas fundamentales
que hacen los niños cuando cuestionan:
“Mamá ¿quién
hubiera sido yo si te hubieras casado con alguien más?”
Son éstas las
preguntas que hacen que quedemos profundamente perplejos sobre nuestra
existencia. Y es por ello que el pensar en no ser, la total inexistencia es un acto tan
creativo.
En
Occidente creo que tenemos dos ideas dominantes sobre lo que pasa con nosotros
cuando morimos. Está la vieja idea de que cuando morimos vamos a otro mundo.
Digo vieja no obsoleta, desconozco cuál sea la respuesta a ésta pregunta. Pero
esa es la respuesta tradicional del mundo de Occidente. Cuando mueres pasas a
otra vida tal vez el cielo, tal vez el purgatorio, tal vez el infierno. Quién
sabe. Me parece que la idea más aceptada, más general es que cuando morimos
dejamos de ser y es todo lo que hay. Y con el tiempo tenemos una idea en
nuestra mente de lo que esto es. Y podría ser deprimente el ser encerrado en la
oscuridad por siempre y para siempre. Como estar enterrado vivo en la negrura. Que estamos muertos, ciegos y sordos pero de
alguna forma conscientes.
En el mundo
oriental hay ideas diferentes sobre esto. La principal es lo que se conoce como
reencarnación. Ir vida tras vida tras vida en una serie interminable. Lo
primero que se nos viene a la mente ante esta idea es ¿es eso cierto? ¿Existe
un proceso de renacer? Pero ¿sabes? Mientras se sostiene esta idea por hindús y
budistas de pensamiento profundo no se trata de una creencia que no podamos
probar.
Imaginemos
que yo hago dos afirmaciones:
1.- Después de morir, voy a renacer de
nuevo como un bebé y olvidaré mi forma de vida.
2. Después de morir, un bebé nacerá.
Desde mi
parecer, considero que ambas afirmaciones están diciendo exactamente lo mismo.
Y sabemos que la segunda es verdadera. Siempre hay bebés naciendo. Seres
conscientes de todos los tipos están viniendo a la existencia todo el tiempo
después de que otros mueren.
¿Pero por
qué pienso que las dos afirmaciones son lo mismo? Porque después de todo si
mueres y tú memoria llega a su fin y olvidas quien eras eso significa que renacer
es entonces lo equivalente a que alguien más nazca. No tenemos forma de
continuar a la consciencia si ya no tenemos memoria, y si la memoria se va
simplemente seremos alguien más.
Creo sin
embargo que lo fascinante de esto es aunque un set específico de memorias se desvanezca,
no significa que sea el fin de la consciencia.
Si pensamos
en la muerte como oscuridad eterna, o una interminable nada se torna algo inconcebible absolutamente sin sentido porque no
tenemos una idea o una sensación de nada.
Ambas cosas van de la mano.
Entonces el
vacío que se crea por la desaparición de la existencia es simplemente “llenado”
por otro ser el cual es “Yo” justo como tú sientes el “Yo” en tí. Esa sensación
que tienes de que tú eres el centro del universo. Y solo puedes sentir esto
desde tu individualidad. No puedes experimentar ser dos o tres “Yos” al mismo
tiempo.
Me parece que
ésta idea tiene tres consecuencias:
Una es que
la desaparición de la memoria en la muerte no es algo que debamos lamentar.
Aunque claro todos quisieran poder conservar los recuerdos de la gente que ama
pero si pensamos bien en esto nos preguntaremos ¿es eso realmente lo que
queremos? ¿No es evidente que muy en el futuro del infinito, nos cansaremos del
apego a ellos? Y es este el secreto de todo esto, es la razón por la que el
demonio de la impermanencia es benévolo. Es olvidarse de las cosas para que venga la
renovación.
Cuando
abres tus ojos por primera vez al mundo como un niño, qué brillantes eran los
colores. Qué joya era el sol. Qué maravilla las estrellas. Qué increíblemente vivos
están los árboles. Todo ello es porque eran nuevos para tus ojos.
De la misma
forma ocurre cuando has estado leyendo una historia de misterio. Una que
elegiste entre tus libros y no leías hace tanto tiempo que olvidaste la trama
de la historia. Pero si recuerdas la trama ya no emociona. Y por la
dispensación del olvido, el mundo se está renovando constantemente. Y podemos
verlo una y otra vez, y amar una y otra vez a personas con la que estamos
profundamente conectados con intensidad renovadas y tener la sensación de
haberlos conocido antes, mucho antes y más atrás por siempre y para siempre.
Otra consecuencia
de esto es pensar en esa pregunta ¿quién hubiera sido yo si mi madre se hubiera
casado con alguien más? Si yo fuera tú por ejemplo. Sin problema pude haber
nacido en China o en India. ¿Por qué diablos me mandaron a este lugar?
Esto le da a
uno una sensación muy extraña, que otra gente existe en el mismo sentido que tú
existes. Todos se llaman “Yo” Eso es lo que te llamas a ti mismo. Por lo tanto
siempre habrá “Yos” en el mundo. Todos los “Yo” son en cierto sentido el mismo “Yo”.
Tú podrás
ser alguien más y no hay escapatoria. Ello seguirá y seguirá y seguirá mientras
exista consciencia en cualquier parte en donde haya un “Yo”. En cierto modo Tú
ves a través de esos “Yos” y ese es el secreto verdadero a la compasión.
Recopilado y
traducido por Estela
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